Por qué Estudiar

 

Aunque la palabra teología no se encuentre en la Biblia, no hay que deducir que va contra ella. Pues entonces habría que eliminar también a la «Trinidad». Nuestra meta es el conocimiento de Dios en todo lo que refiere a la vida, espíritu y materia por igual. La vida eterna, ahora y siempre, es conocer a Dios (Juan 17:3).

La fe, como experiencia de salvación, viene primero; la teología, como reflexión de esa experiencia, viene después. Después, pero no nunca. Eso sería negligencia y pecado contra el autor supremo de las Escrituras. Bien se nos amonesta: «Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento...» (2 Pedro 1:5).

La teología, el estudio bíblico profundo, la doctrina cristiana -como quiera que prefiramos llamarla- no es la ocupación exclusiva de los especialistas, teólogos o profesores, es labor de todos los creyentes verdaderos, que adoran a Dios en espíritu y verdad. Todos, en virtud del nuevo nacimiento del Espíritu, somos teólogos en potencia, es cuestión de no poner obstáculos a la obra de Dios. Entonces daríamos lugar a una ciudad bien amurallada, bien preparada y bien dispuesta para presentar y ofrecer al mundo el mensaje más maravilloso jamás contado: las buenas noticias, la gran alegría del Dios que por amor a nosotros se hizo hombre para que nosotros lleguemos a participar de su vida mediante la fe, perdonados y reconciliados.

 

 

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